17.6 C
Tijuana
domingo, febrero 25, 2024
Publicidad

El contraste

Un gobierno que dispara contra manifestantes, encarcela opositores y que desaparece poderes. Una oposición integrada por señoritos intolerantes y caceroleras escandalosas, narcisistas, que aspiran a llegar al poder para recuperar fueros, dinero y honores carentes de proyecto nacional, que en sus pequeñas ambiciones no dudan en solicitar la intervención extranjera para que imponga poder, aunque el costo sea entregar las riquezas nacionales.

A Venezuela le urge que, en medio de esa polarización suicida, surja una nueva generación de políticos serios, patriotas y demócratas que puedan generar un consenso mínimo entre estos dos bandos mezquinos. Allá no hay a quien defender, allá vemos a una clase dirigente (oficialista y opositora), estridente, fascistoide, intolerante, frívola.


Publicidad


Los chavistas empeñados en imponer un modelo económico, cultural y político que jamás ha tenido consenso, cerrado a la crítica, incluso a la reflexión. Los opositores empeñados en llegar al poder de la peor forma, porque, con todos sus defectos, el régimen bolivariano, sabedor de la popularidad que gozaba y de la importancia de no ser aislado del concierto de las naciones, siempre mantuvo un sistema electoral que permitía la alternancia en los gobiernos de las regiones y la competencia electoral por el gobierno de la República.

Los opositores nunca pudieron ganar una elección presidencial, aunque algunas veces quedaron cerca, jamás reconocieron una derrota y siempre estiraron la liga azuzando a sus seguidores en una actitud golpista, incluso llegaron a promover y festejar el golpe militar fallido perpetrado contra Hugo Chávez. La oposición venezolana es tan torpe y fascista que, cuando ganaron la primera elección general, en lugar de unificarse de fondo y prepararse para echar del poder al inefable Maduro por la vía electoral, los demócratas optaron por maquinar y construir una especie de golpe de estado de un poder contra otro. El Chavismo es tan irracional que en lugar de exhibir la actitud golpista de la oposición, mejor se adelantó y les dio un golpe de estado a los golpistas, desapareciendo al poder legislativo.

En Venezuela no hay demócratas luchando por el poder. En contraste con México, AMLO lleva 18 años como líder de la oposición, ha acusado fraudes y atropellos; ha movilizado a la sociedad para protestar; ha buscado el poder demonizando a quienes lo ostentan, pero jamás ha roto el orden constitucional. Casualmente, muchos de quienes en México endiosan a la violenta, narcisista y oligárquica oposición venezolana, son los mismos que han ubicado a AMLO como peligroso y antidemocrático; los mismos que lo han asemejado a Chávez y Maduro. Resalta la incongruencia, oportunismo y maliciosa de su narrativa, pues AMLO no ha desaparecido ningún poder, ni ha dado golpe de estado alguno, ni ha cerrado un medio o le ha tapado la boca a alguien, menos ha encarcelado a algún opositor cuando fue Jefe de gobierno.


Publicidad

 


El contraste entre esa oposición golpista venezolana y la lucha de AMLO es enorme. Acá el “mesías tropical” no ha reventado una sola casilla, menos le ha prendido fuego a un priista. Ha protestado y tomado las calles, pero jamás ha roto un vidrio. Ha demonizado a sus contrincantes, pero nunca ha intentado llegar al poder por la fuerza. Ha denunciado con dureza la corrupción y el latrocinio, sin embargo, jamás ha incendiado el Palacio de Justicia ni lloriqueado por ayuda a una potencia extranjera. Todo esto, aunque los agravios hayan sido muy graves, al PRD, su ex partido, le mataron a más de 600 activistas en la década de los noventa. Nuestra oligarquía ha intervenido en las elecciones para impedir su triunfo; hombre, amigos, aunque todos los demás partidos y el gobierno se coludieron para desaforarlo, intentando inhabilitarlo políticamente por intentar abrir una calle para comunicar un hospital. No llamó a rebelión, ¡vaya!, no se ha apartado de la vía institucional y electoral, aunque su ex partido lo abandonara para incorporarse al status quo a cambio de monedas y palmaditas.

Así las cosas.

 

Jesús Alejandro Ruiz Uribe es Doctor en Derecho Constitucional, ex diputado local, rector del Centro Universitario de Tijuana en el estado de Sonora y coordinador estatal de Ciudadanos Construyendo el Cambio, A.C. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
- Publicidad -spot_img

Puede interesarte

-Publicidad -

Notas recientes

-Publicidad -

Destacadas