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viernes, febrero 16, 2024
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Entre la realidad y ficción

Codirigida por Omar Guzmán y Ricardo Silva, “William: El Nuevo Maestro del Judo” debutará en Tijuana el próximo viernes 14 de julio en la Sala Carlos Monsiváis. La historia es una exploración a la complejidad del tiempo a través del músico William Clauson

Al tener en la mira rodar una película sobre William Clauson, músico de ascendencia sueca que desde años radica en Tijuana, Omar Guzmán y Ricardo Silva decidieron hacer una contra respuesta a la estructura tradicional de los documentales, creando “William: El Nuevo Maestro del Judo”, proyecto que describen como una gran mentira que quiere ser verdad.


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Foto: René Blanco

“Teníamos dos opciones: hacer una película al estilo de ‘Sugar Man’ (Malik Bendjelloul) porque la gente estaba muy al pendiente de este personajazo como propuesta para una película muy exitosa de documental, o irnos por el otro lado. Yo siempre he luchado un poco en contra de estos documentales de personajes con estructura perfecta donde los tienes toda la película, ves cómo ascienden, triunfan y fracasan. No digo que esté mal, simplemente no son documentales que a mí me agraden. Me gustaba más una contra respuesta, el documental del hombre que yo pensaba que era William y por qué estaba aquí”, declaró a ZETA Ricardo Silva, quien hace siete años conoció al músico en el Pasaje Rodríguez.


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Sobre cómo se dio aquel encuentro y qué lo motivó a seguir la historia, el director de “Navajazo” (2014) dijo: “En los 60s llegó a ser un músico popular en Suecia, pero ha vivido muchos años en Tijuana, en el centro tenía como un museo de la ciudad. Todos pensaban que era americano y la primera impresión que tuve de él fue la misma: un gringo más y piratón de los que vienen a Tijuana por el tequila y las morras, también pensé que era un pederasta que había huido de Suecia. Para mí era muy atractivo creer que se estaba escondiendo, que su familia lo explotaba o que le quitaban el dinero y por eso casi vivía en condiciones homeless. Yo tenía un peliculón en la cabeza pero la realidad es más sencilla: simplemente es un güey que debe mucho dinero en Suecia y no le alcanza para vivir allá, así que vive en Tijuana de una pensión”.

Después de ver que William tenía una colección de música hecha por él y encontrar un vinilo de Ritchie Valens en el que le agradece la composición de “La Bamba” en los 50s, el cineasta decidió darle un giro a esos elementos y sentar las bases de la película que se se exhibirá en la Cineteca Tijuana el viernes 14 de julio.

Foto: Cortesía

“Me gusta que se me compliquen las cosas, entonces empecé a crear una historia de lo que creía de él. Le inventé un pasado que reinterpreta Edward (Coward) y, aunque es una cosa que no pasó, le dimos una propuesta a la película que ha sido muy bien vista y exitosa con la crítica, porque con el público nos ha ido muy mal”.

¿Por qué muy mal?

“Porque esperan la estructura del cine convencional  y que hablemos de William de esa forma, cuando los llevamos a otros caminos en los que el personaje se convierte en otra cosa, rompe una cuarta pared y te habla a ti como espectador para hacerte reflexionar sobre lo que esperas de la película”.

Con una voz en off,  William puede defenderse de la propia película y sus creadores e, incluso, reclamarle al público la percepción que le dan a su imagen, convirtiendo a “el nuevo maestro del judo” en un ejercicio de tiempos que usa lo ficticio para cobrar fuerza: “Como realizador uno tiene la expectativa de estar ante personajes muy fuertes pero cuando llegas con ellos te das cuenta que son planísimos y tienes que mentir, eso es complicado. En William creamos una atmósfera en la que estamos en su cabeza con la voz de otro actor sueco defendiéndolo. Todo es una gran mentira que se quiere convertir en una verdad”.

¿Siempre estuvo planteada la estrategia de una voz en off?

“No, realmente mi trabajo tiene mucho que ver con la realización en tiempo real, es decir, escribimos un guión conforme vamos grabando. En este proceso creativo del documental, la etnoficción, o el no sé qué estamos haciendo, van de la mano del guión. A William no le importaba si estábamos grabando o no, a veces no estaba, era como un fantasma, no hablaba con nadie, parecía un rodaje destruido porque llegábamos y veíamos que no hablaba para nada. Fuimos creando a partir de esas reacciones de él con la cámara, preguntándonos qué hacemos con un güey que es como un animatronic y de su inconformidad con lo que estábamos haciendo. Yo creo jamás quiso que hiciéramos una película sobre él, o sea, quiénes éramos nosotros para hacerla”.

Si no quería estar, ¿tuvieron que negociar lo contrario?

“Yo creo que ese güey nunca se enteró que hicimos una película porque hablabas con él, te decía que sí y después era como que no estaba. Creo que nunca supo, es más, no es tan transparente la cosa. Es una imagen de un hombre que no sabe que la película existe, que existió, que grabamos”.

Entonces no ha visto la película…

“No, no la ha visto, he tratado de enseñársela pero es muy complicado sacarlo de donde está, es una persona de 93 años que ya no funciona del todo bien. Pero sí se la quiero mostrar, quiero llevarlo a la inauguración del CECUT, aunque va a ser complicado”.

¿Por qué compartiste la dirección?

“Bajo este método hay muchas decisiones que se toman en edición. Omar Guzmán fue editor de ‘Navajazo’ y también editó esta película, así que él tomó muchas (de esas decisiones). Yo creé y llevé imágenes, él las montó y con eso logramos hacer  la película”.

Foto: Cortesía

 

A diferencia de ‘Navajazo’, ‘William…’ no luce con premura…

“Sí, me gustaba pensar en el tiempo, verlo una vez y luego cuatro meses después. El proceso del tiempo también es bien importante en la película, porque gracias a este conozco a Edward, un güey caótico, loco, que lo primero que dijo cuando vio la película fue: ‘Es una mierda, pero lo mejor de la película soy yo’. Eso a mí me encanta porque vamos a un festival y nos peleamos, tenemos un amor-odio donde ya no me habla, pero quiero que vaya a la película, es complicadísimo. Me gustan estos temperamentos que no me dan el tiempo de escribir, me gusta verlos. Si las cosas las escribo y salen exactamente como las escribo, siento que están mal, que fallé muchísimo”.

¿Cómo manejas esa libertad de crear en el momento?

“Pienso mucho en la realidad, en la imagen real, trabajé en medios y me gustaba mucho la espontaneidad, el pensar que estoy registrando una imagen única, en un momento del que tampoco dispongo a ser parte de. Me encanta modificar y que las cosas ocurran, cuando ni siquiera yo pienso que van a ocurrir, que funcionen a través del temperamento de los personajes o de las mismas personas que están en la película, tanto en la cuestión técnica como el talento que está dentro”.

El cine que haces no es para todos, ¿cuál es tu forma de describirlo?

“Mi cine trata de proponer películas que hablan del pasado de los personajes como algo mejor a un futuro completamente difícil o duro, trato de buscar la realidad y encontrar los milagros que hay en las pláticas. Las cosas que ocurren sin pensarlas, son las que hacen a las películas, las virtudes son sus errores, eso es lo que me gusta y propongo”.

“William: El Nuevo Maestro del Judo” se estrenó mundialmente en Holanda durante enero, al estar en el Festival Internacional de Cine de Rotterdam, y desde entonces ha hecho recorrido por Indonesia, Francia, Alemania, Portugal, España y Varsovia; mientras que en lo que resta del año seguirá por Australia, Asia y Chile, por lo que poder verla en la Sala Carlos Monsiváis la próxima semana, es una oportunidad que vale la pena atender y se logra gracias a la primera edición  de FotoFilm Tijuana.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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