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viernes, febrero 16, 2024
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Los macarras de la moral (Quinta y última parte)

“Una nación que pretende agradar a todos, merece ser despreciada por todos”.-  

Georg Christoph Lichtenberg


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Es incuestionable que la jerarquía católica que impone la moral que desea a los mexicanos de este país, avasalló a Enrique Peña Nieto y al Secretario de Gobernación quienes seguramente preocupados por el movimiento magisterial, la presión del empresariado de derecha mexicano y desde luego, el brutal fracaso en las recientes elecciones, hicieron que no solamente se congelara la iniciativa para los matrimonios igualitarios en México, sino que además quedara totalmente desechada la referida iniciativa.

El ex dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y coordinador parlamentario de dicho partido en San Lázaro, siguiendo la línea de servidumbre que tiene con el Ejecutivo federal dijo cínicamente en una demostración de la nula dignidad que tiene, que “los matrimonios igualitarios no eran un asunto prioritario”. El eterno líder sindical y acomodaticio de las altas esferas del Partido Revolucionario Institucional, Emilio Gamboa Patrón, se sumó a esta línea de arrepentimiento de la Presidencia de la República respecto al matrimonio igualitario, e igualmente, hizo declaraciones a los diversos medios de comunicación en el sentido de que: “Hoy en el País, no es un tema prioritario y no es un tema que esté presionando la sociedad de México para sacarlo adelante”.


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Por otra parte, la CEM siguió ejerciendo presión y el 12 de agosto convocó a todos sus sacerdotes y obispos a promover y a llamar a las marchas contra el matrimonio igualitario a las que convocó el Frente Nacional por la Familia (FNF). Sin embargo, en este movimiento de oposición a la iniciativa presidencial se sumó una agrupación de ultraderecha de la que después trataron de deslindarse, de tal suerte que demostró una vez más la flaqueza de nuestro Estado laico de derecho y a diferencia de la lección de civilidad y de legalidad que dio la Ciudad de México que sí reconoció el derecho al matrimonio a las parejas del mismo sexo, con lo que la sociedad capitalina llegó a un nivel de defensa de las libertades laicas que solo es posible en los países más desarrollados del mundo.

Lo cierto es que la Ley de Sociedades de Convivencia allanó el camino para el reconocimiento de los matrimonios del mismo sexo. Cuando se inició la discusión de esta ley en el 2001, había un amplio sector de la sociedad capitalina que se negaba a aceptar esta propuesta legal; sin embargo, seis años después, en 2007, ya el 43% de la población estaba a favor y con ello se demostró que tanto la Ley de Sociedades de Convivencia, como los matrimonios igualitarios, despejaron a los negros presagios de la derecha conservadora que no se cumplieron; ni las uniones matrimoniales disminuyeron, ni la familia como institución sufrió descalabro alguno porque dicha ley no modifica en nada la institución del matrimonio.

La reforma al artículo 146 del Código Civil en la Ciudad de México que transformó el antiguo concepto de que el matrimonio era la unión libre de un hombre y una sola mujer y con la reforma quedó definido como “La unión libre de dos personas para realizar la comunidad de vida, en donde ambos se procuren respeto, igualdad y ayuda mutua”. Esta definición responde a una visión totalmente civilista y laica del matrimonio, basada solo en la libre voluntad de los contrayentes. Y desde que la Suprema Corte de Justicia de la Nación avaló, con 8 votos a favor y solo 2 en contra, los matrimonios entre personas del mismo sexo el proceso de civilidad se impuso más allá de los argumentos conservadores y de ultraderecha, como el que más se utilizó para reprobar el matrimonio igualitario y que es: “…El de que, con esta medida, se da un golpe de muerte a la familia. ¿Por qué?, ¿de qué manera?, ¿no podrán seguir casándose y teniendo hijos todas las parejas heterosexuales que quieran hacerlo?; ¿alguien, con motivo de esta ley va a forzar a alguien a no casarse o a casarse de manera distinta de la tradicional?”.

Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de la jerarquía católica.

 

Benigno Licea González es Doctor en Derecho Constitucional y Derecho Penal. Fue Presidente del Colegio de Abogados “Emilio Rabasa”, A. C. Correo: liceagb@yahoo.com.mx

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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