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jueves, febrero 15, 2024
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“La Señora” del narco

La esposa de Héctor Beltrán Leyva, Clara Laborín Archuleta, detenida en Sonora, es señalada como la jefa en su totalidad del Cártel Beltrán Leyva. Autoridades le consideran una de las principales generadoras de la violencia en Acapulco. Su protagonismo le llevó a involucrarse en labores operativas sobre los jefes de células de la organización, como Fausto Isidro Meza Flores, Trinidad Olivas Valenzuela y Sajid Emilio Quintero Navidad

Desde hace más de una década estaba identificada simplemente como una esposa más de un capo del narcotráfico; sin embargo, en los meses recientes cobró notoriedad como la sucesora de su marido encarcelado y líder emergente de un cártel familiar que recupera fuerza en México.


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Se trata de Clara Elena Laborín Archuleta, conocida como “La Señora” u “Osiris”, esposa de Héctor Manuel Beltrán Leyva “El H”, e identificada como líder del Cártel Beltrán Leyva que anteriormente encabezó su cuñado, Arturo Beltrán Leyva “El Barbas”, y después su marido, “El H”.

La capisa, en palabra del escritor Élmer Mendoza al referirse al femenino de capo, fue aprehendida por agentes federales el lunes 12 de septiembre en Hermosillo, Sonora.

Aunque las autoridades señalan que la mujer no figuraba en la lista de los 122 objetivos prioritarios del Gobierno Federal, sí estaba incluida en la lista de los 50 objetivos prioritarios del replanteamiento de la Estrategia de Atención del Estado de Guerrero.


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Desde el segundo semestre de 2015, el nombre de Clara Laborín comenzó a llamar la atención del Centro de Investigación de Seguridad Nacional (CISEN), no como el de la pareja de un capo de las drogas, sino como el de una baronesa del narcotráfico en asunción del poder del llamado Cártel Beltrán Leyva.

La aparición de narcomantas en Acapulco y las huellas de su presencia la delataban, por ello la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la Procuraduría General de la República (PGR), en coordinación con el CISEN, pusieron especial énfasis a sus movimientos y ubicación.

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La captura

La noche del domingo 11 de septiembre se registró una inusual movilización de unidades de la PGR y de la Policía Federal en Hermosillo, Sonora. Vecinos del Poniente de la ciudad reportaron la madrugada del lunes el arribo de los agentes, quienes allanaron diferentes inmuebles.

Los medios de comunicación informaban sobre el hecho, pero predominaba el desconcierto. Las autoridades locales no contaban con información fidedigna de lo que ocurría. Las primeras presunciones apuntaban que se trataba del seguimiento de las investigaciones contra el ex gobernador Guillermo Padrés Elías.

El primer convoy de unidades federales se dirigió al fraccionamiento La Jolla, donde los policías sellaron los accesos y penetraron en una residencia. Ahí detuvieron a una mujer y fueron asegurados cuatro vehículos, entre éstos un Hummer H2. Después se reportaron hechos similares en la calle Lago Ontario, en Valle del Lago, donde fueron retenidos dos vehículos, y en un edificio de las calles Guerrero y Zacatecas, en la colonia Centro.

El desconcierto continuó hasta que la noche del martes 13, se conoció sobre la captura de Clara Elena Laborín Archuleta, la mujer que fue localizada en el primero de los cateos. También se informó de la detención de Alan Contreras Páez “El Cha”, presunto operador financiero y principal enlace con Joaquín Alonso Piedra “El Joako”, “El Prestamista” o “El Señor de los Fierros”, apresado el 26 de julio anterior en Acapulco.

Al momento de efectuarse el operativo federal, “La Señora” de Beltrán Leyva tenía en su domicilio dos kilos de cocaína y diversas armas de fuego, por lo que fue puesta a disposición de un agente del Ministerio Público de la Federación, adscrito a la Unidad Especializada en Investigación de Delitos Contra la Salud (UEIDCS), de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), en Ciudad de México.

Según el Gobierno Federal, Laborín Archuleta es considerada una de las principales generadoras de la violencia en Acapulco, a partir del financiamiento a grupos criminales afines al clan Beltrán Leyva que enfrentan al Cártel Independiente de Acapulco (CIDA).

 

En escena

Existen tres momentos clave en la historia de Clara Elena:

  1. Como la esposa de un narcotraficante.
  2. En calidad de narcoempresaria, dedicada al lavado de dinero.
  3. Presunta líder de la organización criminal que perteneció a su marido y a sus cuñados, los Beltrán Leyva, tras su ruptura con el Cártel de Sinaloa a finales de la década próxima pasada.

Primero, fue la inclusión de Laborín en la lista de cabecillas y empresas del narcotráfico que elabora y actualiza la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos de América, el 4 de diciembre de 2009. Ahí se le vinculó junto con la compañía Morexpress, S.A. de C.V., de Hermosillo, a los Beltrán.

“La Señora”, domiciliada en Agua Prieta y Hermosillo, fue de esa forma relacionada junto con otras 21 personas y diez empresas al grupo delictivo escindido del cártel que lideraba Joaquín Archivaldo “El Chapo” Guzmán tras la detención de Alfredo Beltrán Leyva “El Mochomo” en enero de 2008.

Luego, el mediodía del 13 de abril de 2010, se conoció del “levantón” que sufrió la mujer a las afueras de su residencia por las calles Del Paseo y Juan Navarrete, Fraccionamiento La Alameda, en la capital sonorense. Sujetos armados se llevaron a Clara sin que sus escoltas, al parecer policías, lo impidieran.

Fue hasta el 26 de abril, cuando los primeros rayos del sol delataron sobre una banqueta ubicada a un costado de la Universidad de Sonora, a una mujer maniatada, cubierta de los ojos, y con un narcomensaje. Se trataba de Clara Elena, sana y salva. La cartulina informaba de la devolución de su mujer a Héctor Beltrán Leyva: “Aquí está tu esposa, por la que te negaste a responder, te la entrego sana y salva para que veas y aprendas que para nosotros la familia es sagrada”. El papel contenía otros mensajes amenazantes.

A partir de julio de 2015 una serie de narcomantas y la detención de algunos operadores de los Beltrán Leyva en Guerrero alertaron a la autoridad federal sobre el liderazgo asumido por parte de Clara Laborín en la organización criminal, luego de la aprehensión de su esposo Héctor “El H”, el 10 de octubre de 2014.

En septiembre del año próximo pasado, una manta colocada en la colonia Santa Cruz, en Acapulco, advertía: “Víctor Nogueda Pizza alias El Erizzo y para usted señora Clara Elena Laborin Archuleta y esposa de Héctor Beltrán quiero recordarles que también ustedes tienen familia y si quieren pelear estamos dispuestos a pelear”.

Los autores del mensaje se deslindaban de hechos delictivos que les estaban atribuyendo: “Nos llaman bola de secuestradores y extorsionadores y ustedes son los que están extorsionando a hoteleros, empresarios y macrotunel junto con Joaquín Alonso, y nos llaman secuestradores, y ahora tienen al secuestrador más grande de la barredora que es El Cremas y quieren espantarnos, Aldo Ramón alias El Mortal recuerda que tú también tienes familia ponte a pensar…”. 

Clara Elena Laborin Archuleta, "La Senora", esposa de Héctor Beltran Leyva, "El H".

Clara Elena Laborin Archuleta, “La Senora”, esposa de Héctor Beltran Leyva, “El H”.

Protagonismo

Clara no se conformaba con ser la esposa de un capo, o como muchas otras parejas de narcotraficantes, de disfrutar de sus fortunas y despilfarrar el dinero en los principales centros comerciales de la República y el extranjero. Tampoco era suficiente administrar las empresas producto de las ganancias de negocios ilícitos.

Aunque no se han revelado datos concretos, las fuentes de inteligencia ubican a Laborín en tareas operativas del cártel, cercana a los jefes de células que operan no solo en Sonora y Guerrero (que es donde más era vista), sino en todo el país.

Atrás quedaron aquellos años en los que la que fuera Miss Sonora -hace casi tres décadas- aparecía al lado de empresarios del espectáculo, modistas, funcionarios de las áreas de asistencia pública y personajes vinculados a los medios de comunicación con la farándula.

Ahora, con la misma careta de la empresaria en los rubros de clínicas de salud, de la industria de la construcción e inmobiliaria, estaba más cerca de los negocios del cultivo de enervantes, el trasiego de los mismos, el cobro de plaza y la eliminación de obstáculos mediante la violencia, refieren los informes.

Ahora la esposa de Beltrán Leyva no solo esperaba los resultados que le reportaban por cortesía los grandes operadores del cártel, como Fausto Isidro Fausto Isidro Meza Flores “El Chapo Isidro”, líder de Los Mazatlecos; Trinidad Olivas Valenzuela “El Chapo Trini”, en Ciudad Obregón; Emilio Sajid Quintero Navidad “El Cadete”, en la zona desértica de Sonora hacia Caborca; y su sobrino, Alfredo Beltrán Guzmán “El Mochomito”, sino que les giraba órdenes.

De confirmarse la versión oficial y de las fuentes informales, Clara Elena sería considerada una de las primeras mujeres que dirige en su totalidad a un cártel de la droga, pues antes se ha hecho mención de damas narcotraficantes o lavadoras de dinero como parejas del gran capo.

Quizá “La Señora” pueda equipararse a Enedina Arellano Félix, a la que se ha señalado como una capisa del narco, más en la parte financiera y estratégica que en la operativa.


Jefas, administradoras y sicarias: las mujeres del narco

 Aunque no muchas, las mujeres que han ocupado un lugar elevado en las jerarquías del crimen organizado en México, se han caracterizado tanto por administrar y manejar las finanzas de los cárteles, como participar en el trasiego de droga y hasta comandar grupos armados para ejecuciones y secuestros.

Apenas el 19 de septiembre de 2015, Melissa Margarita Calderón Ojeda “La China” fue detenida antes de que abordara una aeronave en el Aeropuerto de Cabo San Lucas.

Meses antes, la mujer de 31 años había sido identificada por autoridades federales como la jefa de sicarios en Baja California Sur, del narcotraficante Dámaso López Serrano “El Mini Licenciado”, del Cártel de Sinaloa.

Con la complicidad de agentes municipales, estatales ministeriales, había logrado escapar de unos modestos departamentos en La Paz cuando un operativo se montó para su captura. Precisamente en marzo de 2016, la mujer fue trasladada de la prisión de esa ciudad a un centro penitenciario federal.

Entre los crímenes que le atribuyen, está el “levantón” de los capitanes de barco del Grupo Pando, Marco Antonio Espinoza y César Darío Liera Villavicencio, ocurrido la madrugada del 11 de febrero de 2015 en el hotel La Purísima de La Paz.

El jefe directo de “La China” era Gabriel Antonio Leal Gutiérrez “El 28” y, de acuerdo con las declaraciones de la sicaria ante la SEIDO, “uno de mis éxitos en este movimiento y por el cual fui bien recibida por la organización del ‘Licenciado’ Dámaso, es porque en distintos momentos tuve romances y relaciones sexuales y sentimentales con jefes policiacos, a los cuales he alineado y puesto en contacto con mis jefes para que trabajen con nosotros”.

Una de las mujeres más notorias en el narcotráfico, en parte porque continúa prófuga y porque el gobierno mexicano niega su liderazgo en la estructura criminal, es Enedina Arellano Félix, integrante de la familia que controló y disputa el tráfico de drogas en Tijuana.

Si bien, los hermanos Ramón, Benjamín, Francisco Javier y Eduardo, así como su sobrino Luis Fernando Sánchez Arellano “El Ingeniero” se encuentran en prisión o han sido asesinados, Enedina no ha sido siquiera aprehendida por su relación al grupo criminal.

La mujer, de más de 50 años de edad, controla las operaciones financieras de la estructura criminal desde la década de 1980.

Por otra parte, agencias estadounidenses como la DEA y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos han confirmado la participación de Enedina en el Cártel Arellano Félix.

Integrante de este mismo cártel es Ivonne Soto Vega “La Pantera”, detenida en Tijuana en julio de 2001 por la Procuraduría General de la República y el Ejército Mexicano, e identificada como la principal lavadora de dinero del CAF, además de colaboradora directa desde hacía 15 años, de los hermanos Ramón y Benjamín.

La mujer, de ahora 65 años de edad, desarrollaba su labor para el cártel en Tijuana y San Diego, California, mediante transferencias de dinero procedentes del narcotráfico a casas de cambio y hacia cuentas bancarias en México y Estados Unidos. También hacía circular el dinero por diversas inmobiliarias, según se informó en su momento.

Otras de las mujeres más notorias es Sandra Ávila Beltrán “La Reina del Pacífico”, aprehendida en 2007 junto a su novio, Juan Diego Espinoza “El Tigre”, jefe del Cártel del Norte del Valle de Colombia.

La mujer era buscada tanto por autoridades mexicanas como norteamericanas por los delitos de lavado de dinero -para el Cártel de Sinaloa- y por el tráfico de 30 toneladas de cocaína a Estados Unidos.

De 56 años, Sandra nació dentro de la familia del narcotraficante Rafael Caro Quintero, quien fuera líder del desaparecido Cártel de Guadalajara.

“La Reina del Pacífico” se volvió conocida por asistir en los tráficos de cocaína desde Colombia hasta México y de ahí a Estados Unidos, así como por lavar el dinero producto de ello.

Luego de que su hijo fuera secuestrado en 2002, Ávila Beltrán comenzó a ser rastreada por las corporaciones de seguridad pública.

Tras pagar una pena de 70 meses en Estados Unidos, donde se declaró culpable, regresó deportada a México, donde permaneció en prisión dos años y medio hasta que el 7 de febrero de 2015 salió libre del penal de Tepic, Nayarit. Producto de sus condenas en ambos países, pasó ocho años encarcelada.


Violencia recrudece con secuestrados en Tamaulipas y “bombazos” en Guanajuato

En la semana que concluye, se han recrudecido los eventos de violencia a lo largo y ancho del país. Por ejemplo, un grupo de 15 personas fue secuestrado el lunes 12 de septiembre por un comando armado, cuando viajaban en un autobús procedente del Estado de Tamaulipas hacia la vecina entidad de Coahuila, ambos fronterizos con Estados Unidos, según confirmaron autoridades locales.

El chofer del transporte público reveló el secuestro cuando llegó a un control del Estado de Coahuila, pero se negó a ofrecer detalles a las autoridades porque, afirmó, fue amenazado de muerte por los presuntos delincuentes, quienes también secuestraron a las 15 personas en varias camionetas, llevándolas con rumbo desconocido, indicó el reporte oficial del gobierno de Coahuila, que anunció el hecho hasta dos días después.

El autobús de pasajeros de la línea comercial Frontera, recorría la ruta en la que el conductor logró escapar a un control de seguridad, en el municipio de Hidalgo, sobre la Carretera Federal Número 2, en territorio de Coahuila, limítrofe con Tamaulipas, a la orilla mexicana del Río Bravo, que marca la frontera natural con Estados Unidos.

Sin embargo, agentes de la denominada Fuerza Coahuila observaron que la unidad presentaba vidrios rotos, por lo que “cuestionaron sobre el hecho al operador de la unidad, quien manifestó a los agentes que minutos después de salir de la central de autobuses de la ciudad de Laredo, Estado de Tamaulipas, fue interceptado por hombres armados que le hicieron señales para que detuviera su marcha”, indica el reporte oficial.

El chofer desobedeció la orden de alto de los delincuentes, pero los atacantes alcanzaron al autobús y le quebraron los vidrios, obligándolo a detener la marcha. Sin embargo, las autoridades de Coahuila descartaron que los vehículos en los cuales fueron llevadas las personas hayan ingresado a esa entidad federativa.

Por otra parte, en Guanajuato, el procurador de Justicia, Carlos Zamarripa Aguirre, informó que se logró la captura de cuatro personas involucradas en los ataques con bombas a negocios en los municipios de Abasolo y San Miguel de Allende, por lo que fueron imputados por terrorismo, lesiones y daños por explosión.

Sin embargo, uno de los detenidos, Baltazar Guadalupe Barrientos Olivares, señalado como presunto autor de dos atentados con bombas caseras a tres negocios en el municipio de Abasolo, fue puesto en libertad por un juez de Control, al desechar las pruebas que presentó la fiscalía. En los ataques que el sujeto presuntamente perpetró con explosivos, ocho personas resultaron lesionadas.

El 28 de agosto, un individuo encapuchado lanzó una bolsa con explosivos al bar Las Caguamas del Chino, y después, el 2 de septiembre, artefactos explosivos fueron lanzados contra una tortillería y una tienda de Abasolo. Por último, el 6 de septiembre, explotó una mochila abandonada en un bar en San Miguel de Allende. Un mes antes se había registrado otro estallido en un bar de esa misma localidad.

El 12 de septiembre, en León, la capital del Estado, elementos de la Policía Municipal fueron atacados con una bomba molotov en la colonia Los Castillos. El saldo del ataque fueron dos policías con lesiones: uno perdió tres dedos de una mano y el otro resultó con heridas en el rostro. El explosivo de manufactura casera tenía entre sus componentes tachuelas y balines.

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