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jueves, febrero 15, 2024
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Los horizontes de Rubén García Benavides  

 

El artista plástico exhibe la individual “Un canto al espacio horizontal” en el Centro Estatal de las Artes de Tecate. “Yo estoy convencido de que el horizonte puede ser una estética interesantísima para hoy y para el futuro”, refiere a ZETA el artista


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Las semblanzas de pintores con sus respectivas imágenes que estaban incluidas en el Diccionario de la Lengua Española impresionaron al niño Rubén García Benavides cuando estudiaba la educación Primaria en Jalisco, allá por la década de los 40.

La influencia de aquellos artistas y sus obras fue tal que pocos años después se desprendió del seno familiar para profesionalizar su interés por la pintura no en el entonces Distrito Federal, sino en el Noroeste del país. Esta decisión resultó determinante no solo en su propuesta estética del desierto, sino como un pilar fundamental de la plástica bajacaliforniana.

Hijo de Luciano García y María Benavides, Rubén García Benavides nació el 8 de marzo de 1937, en la hacienda El Vallado, municipio de Cuquío, Jalisco, localidad en donde surgió su catarsis por el arte:


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“El único libro que tenía mi papá era un diccionario de la lengua castellana enorme y yo leía las biografías de algunos artistas, estaba en la Primaria; me llamaban la atención algunas fotos de artistas que no sé ni los nombres de aquella época; venía un dibujito del artista y el nombre de él, algunos me llamaron la atención, pero no me acuerdo ni quiénes eran”, refiere a Semanario ZETA el maestro García Benavides, actualmente de 79 años.

“Vivíamos una época muy precaria, o sea, allá mi padre trabajaba en lo que hubiera y nosotros le ayudábamos; mi padre generalmente trabajaba en la albañilería, nosotros éramos chamacos, le ayudábamos en lo que podíamos, pero mi padre fue albañil por necesidad porque mi padre siempre fue trabajador del Valle Imperial y ranchero; en Jalisco se compró unas tierras, las vendió porque no llovió, perdió las tierras, perdió el ganado, y pues en esa precariedad, en esa pobreza, se dedicaba a trabajar en lo que había”.

García Benavides rememora sus preocupaciones durante la adolescencia cuando todavía vivía en su natal Jalisco:

“Empecé la Primaria en el pequeño rancho de Los Arcos, cerca de El Vallado, eran meros estudios de escuela Primaria, nunca cumplí con ella, hasta que me fui a Cuquío a vivir precisamente por el fracaso de que no hubo agricultura dos o tres años, por falta de lluvias nos fuimos a vivir a Cuquío y ahí terminé la escuela Primaria. En la ignorancia de la juventud, en el rancho, yo quería ser famoso; el cine, el arte, me llamaban la atención, y en particular la pintura”.

Revela que tenía un tío que se llamaba Simón García, que vivía en Mexicali, trabajaba en el Valle Imperial, California; fue precisamente él quien lo invitó a venir a la frontera:

“Mi papá y mis tíos hicieron sus vidas entre Jalisco y el Valle Imperial. Uno de estos tíos, Simón García, me dijo: ‘Sé que te gusta la pintura. En Mexicali se acaba de abrir una escuela de artes plásticas, si quieres yo te sostengo por un tiempo tus estudios, unos tres o cuatro años, hasta que termines; ¡así caí a Mexicali!, en una escuelita muy modesta, pero poco a poco fue tomando forma y se hizo el origen de las demás escuelas”.

Transcurría 1956 cuando el joven Rubén García Benavides de 19 años llegó a Mexicali por invitación de su tío Simón García, para estudiar en la Escuela de Artes Plásticas José Clemente Orozco fundada por Fernando Robledo.

“A Mexicali llegué en 1956 siguiendo un poco la idea de que aquí había una escuelita pequeñita de artes plásticas. Éramos de familia muy pobre, mi padre y mis tíos trabajaban siempre en el Valle Imperial, ésa es una relación con el Valle Imperial, por eso muchas pinturas tienen el nombre del Valle Imperial, porque guardo cierta nostalgia de algunos ranchos y cosas de ese tipo del Valle”.

ruben garcia benavides

 

El Valle Imperial y otra estética

García Benavides exhibe por estos días la individual “Un canto al espacio horizontal” en la Galería Internacional del Centro Estatal de las Artes de Tecate (CEART).

Inaugurada el viernes 29 de julio de 2016, la muestra consta de 44 piezas de gran formato de la Serie “Horizontes”, de hasta 50 por 46 pulgadas, donde por supuesto, el Valle y otros horizontes como propuesta estética abundan en su obra.

El Imperial y otros valles habitan en las piezas del maestro Rubén García Benavides como “Globos nocturnos sobre el Valle” (49’’ x 46’’, 2012), “Laguna salada, Mariana ardiente” (53’’ x 46’’, 2013), “East San Fernando Valley” (47’’ x 46’’, 2013) o “Canto desértico, al vuelo del cometa” (44’’ x 48’’, 2015), por citar algunos cuadros que se exhiben en las anchurosas paredes blancas de la Galería Internacional del CEART tecatense.

“Los títulos de toda mi pintura están de alguna manera dedicados al desierto, es decir, si yo tengo esperanzas de exponer estas obras en museos o galerías de México, quiero que todas evoquen, recuerden, justifiquen o se convenzan de que yo vivo en el desierto y que mi obra está dedicada al desierto, pero también las profundidades y lontananzas de mi obra que evocan mucho a los desiertos. Yo, que he vivido en el desierto, sé que esas evocaciones se logran; quienes no viven en el desierto han de decir ‘no le entiendo’, pero yo, que vivo en el desierto, sé que esas lontananzas con insignias pequeñas o grandes, o las franjas, logro las lontananzas y profundidades de valles y desiertos; y quiero que los títulos estén relacionados de esta manera”, refiere el artista que ha incursionado en la fotografía intervenida.

 

“Convierto en horizontes todas las visiones”

Llega también el momento de hablar de su técnica actual y paleta: Fotografía digital con acrílico sobre canvas de vinil (Fotografías intervenidas), todo con rumbo hacia su propuesta de horizontes.

El Profesor Emérito de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), manifestó al reportero que sus acrílicos sobre fotografías en un principio integraron la serie “Blancos móviles” documentada en el libro homónimo editado por el Instituto de Cultura de Baja California en 2008:

“La fotografía digital la empecé a utilizar cuando decidí hacer esta serie de ‘Horizontes’; incluso el origen de esta exposición es pura fotografía digital que le llamé ‘Blancos móviles’; de estas fotografías digitales hice una exposición de unas 40 fotografías digitales de puro horizonte, la imprimí y la expuse, le llamé ‘Blancos móviles’; después decidí que esas fotografías iban a ser mis pinturas y las convertí en pinturas, de 2013 a la fecha tengo unas 100 pinturas de este tipo, de fotografía digital convertida en acrílico.

“De 2012 a la fecha ya uso pura fotografía digital retocada con acrílico. Generalmente sé del enorme auxiliar que es la fotografía digital, pero también la televisión y el cine, o sea mi obra está muy emparentada o muy correlacionada con lo que es el efecto visual contemporáneo, el cine, televisión, fachadas, pero también convertido en plástica”.

Sobre su paleta de colores donde aflora la intensidad de los magentas, azules, amarillos, naranjas, grises, García Benavides advirtió:

“Generalmente transporto o convierto en horizontes todas las visiones de muros rojos, azules, profundidades de gris de las ventanas, de manguetes de los edificios. Todos los orígenes de estas pinturas son edificios, o sea fachadas de edificios reales; un ejemplo concreto, los rojos o los naranjas del Oxxo, tengo como tres cuadros referidos a los naranjas y las sombras que producen los volados que tiene el edificio de Oxxo; muchos edificios son el origen de mis pinturas”.

 

“El horizonte puede ser una estética”

Pilar esencial de la plástica de Baja California, el maestro Rubén García Benavides discurre en entrevista con ZETA sobre su apuesta: El horizonte en tanto propuesta estética y lenguaje pictórico más allá del paisaje.

“Algo importante que hay que expresar de esta exposición mía es que esto lo vengo haciendo desde los 70 del siglo pasado, es una obra muy diferente a toda la que se hace en México; puede ser que haya por ahí algún artista mexicano haciendo paisaje a base de horizontes, generalmente paisajes de maíz, de zonas trigueras, pero no hay artista en el mundo que respete la línea horizontal, generalmente todos los artistas se van a las curvas, a la cosa orgánica, al expresionismo, y a la forma horizontal la mayoría de artistas le temen; regularmente cuando tú le preguntas a un artista o a un pintor qué opina de la línea recta pues dice: ‘la odio, no le tengo ningún respeto’, exceptuando cuando hacen geometría, cuadrados donde la línea recta tiene que usarse”.

Su apuesta por el horizonte viene de lejos, por lo menos desde los 70 y 80, cuando creó algunas obras como “Mariana tendiendo ropa al sol en pleno desierto”, entre otras obras con personajes como “Mariana”, “Julia” o “Eréndira”:

ruben garcia benavides

“Cuando yo empecé a hacer una pintura contemporánea, moderna, más que nada muy diferente a lo que se hacía en México en aquella época, es en esta serie de pinturas donde están las ventanas y las ‘Marianas’, era como el 76, en los 80 hice mi mejor colección de este tipo. Desde el siglo pasado yo vengo usando en mis pinturas de tipo erótico el horizonte como fondo y generalmente en estas pinturas que yo tengo de Marianas aparece un horizonte que simula o te sugiere desiertos, lontananzas, profundidades; entonces, estos horizontes están siempre formando parte de una composición orgánica, generalmente erótica o figurativa, sobre todo en la época de mis ‘Marianas’ y mis ‘Ventanas’”.

“Yo siempre he sabido que el horizonte tiene una gran importancia en la plástica si lo manejas repetitivamente. Entonces, el origen de este encuentro es estar consciente de que el horizonte reiterativo, las profundidades reiterativas, dan una secuencia y una armonía muy agradable, muy diferente a todo lo que se hace en la pintura en todas partes del mundo. Yo estoy manejando el horizonte consciente de que se puede hacer un estilo o una escuela a partir del horizonte”.

Por supuesto, el desierto habita de raíz en su obra:

“El horizonte tiene una gran referencia a las visiones horizontales de los desiertos y a las visiones horizontales de los valles, generalmente por equis causa del destino yo visito mucho el valle de San Joaquín en California, Fresno, Bakersfield, Merced, Sacramento, estos valles vistos desde las colinas son enormemente horizontales, bellísimos, y los desiertos de Baja California, Sonora y Nevada también son bellísimos cuando los ves como desiertos y cuando los ves como lontananzas. Entonces, esta línea horizontal que es plástica, estética puramente, también se refiere a la línea horizontal de las grandes extensiones horizontales, incluyendo los mares; entonces, más o menos ése es el origen y el contenido de estos horizontes.

Cuando se le pregunta qué busca lograr en el espectador que ve su arte, Benavides contesta seguro:

“En el espectador busco nada más que lo sienta; que diga ‘me gusta no sé qué, no le entiendo pero me gusta’; no quiero que el espectador explique los horizontes ni nada, como una señora en Tecate me dijo: ‘estoy encantada con tu pintura’; eso es lo que quiero, nada más; que la gente la disfrute; y sé que el horizonte reiterativo es un ritmo, es una secuencia, es un sonido, eso es lo que es el arte”.

—Finalmente, ¿cuál es la aspiración de Ruben García Benavides con el horizonte como estética?

“Generalmente, en el arte, los más grandes artistas, yo no soy uno de los grandes, buscan un encuentro de una forma estrictamente personal; las figuritas de Joan Miró flotando en un espacio lo hicieron famoso, y las hizo toda vida; José Luis Cuevas, con sus figuras, encontró un estilo y un espacio toda la vida.

“García Benavides ha sido estudioso de la plástica del mundo y estoy convencido de la importancia de la forma reiterativa en el arte que puede formar un estilo: Josef Albers se formó con cuadrados un estilo personal, Miró también, el mismo Picasso y Dalí hicieron una reiteración de sus formas; yo estoy convencido de que el horizonte puede ser una estética interesantísima para hoy y para el futuro, creo en la reiteración de la forma como arte; todo arte es reiteración de formas, de figuras o de ritmo”.

Por último, en torno a su exposición “Un canto al espacio horizontal” en Tecate: “Quiero promoverla en los cinco Centros Estatales de las Artes de Baja California: Rosarito, Ensenada, Mexicali, Tijuana; aunque en Tijuana me la tienen prometida exponerla en el CECUT, entonces en Tijuana prefiero llevarla al CECUT para 2017 o 2018”, concluyó el maestro García Benavides.

Mientras tanto, “Un canto al espacio horizontal” estará en exposición en el CEART de Tecate hasta el 12 de septiembre de 2016.

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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