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viernes, febrero 16, 2024
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Derroche y vandalismo, opacidad

Ciertamente en la ciudad, en las calles, entre los ciudadanos comunes y corrientes, las campañas políticas no han prendido. El ambiente huele a apatía, a abstencionismo e indiferencia. Los partidos políticos, los grandes, están apostándole a su voto duro para conseguir sufragios, mientras los pequeños sólo rezan para mantener el registro y los independientes se ilusionan con la adquisición de nuevos votantes.

Pobres, raquíticas en propuestas y desangeladas por una flaca caballada, las campañas están desoladas. Si a eso se suma que el Instituto Estatal Electoral no ha recibido del gobierno los recursos para a su vez proveérselos a los partidos políticos, pues el escenario es desolador. Entre desconocidos candidatos de trece partidos políticos que participan en la elección del 5 de junio de 2016, suman unos 220 candidatos, cifra tendiente a incrementar considerando las impugnaciones que aspirantes que no obtuvieron el registro le hayan ganado al IEE por estos días.


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Hasta el cierre de esta edición de ZETA, la noche del jueves 21 de abril, el IEE no había entregado a los partidos políticos el recurso para la campaña, que ya lleva diez días iniciada (aunque Usted no lo note), con un aumento de casi 400 por ciento debido a la reforma política electoral aprobada en 2014 y que entró en vigor en 2015; este año corresponde a los partidos políticos en Baja California, repartirse una bolsa de 158 millones 877 mil 402 pesos, de los cuales -insisto- no han visto un peso, pero se tiene pensado “les amanezca” el dinero hoy viernes 22.

Bueno, pues sin dinero, los partidos políticos grandes exhibieron el derroche que les ha caracterizado antes, y más el día que la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (CANACINTRA) decidió reunirlos a todos para realizar un presunto debate (la cosa terminó en medio foro, muy limitado con candidatos más limitados aun por su propia idiosincrasia política).

En efecto, desde que Usted llegaba a las instalaciones del World Trade Center (seguro no se tomó la molestia de ir, dado que la convocatoria fue cerrada y los partidos acarrearon a sus seguidores para la fútil porra), se observaba el exceso: un largo camino bordeado por banderolas del PRI y del PAN, carros con sonido, unos cuatro o cinco por cada uno de los dos partidos, acarreados perfectamente uniformados con las camisetas azul y blanco y tricolores, monigotes, posters, gritos.


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Tanto el candidato del PRI como el del PAN, René Mendívil y Juan Manuel Gastélum, respectivamente, contrataron a sus mejores porros políticos para hacer del foro CANACINTRA un verdadero ring político. Aun cuando ciertamente los panistas iniciaron con la contratación de hombres de centros de rehabilitación por órdenes de un tal “Fufo”, que intentaron no permitir el paso al abanderado del Revolucionario Institucional, lanzándole productos, consignas, gritos y bloqueando el paso de la camioneta del priista, las huestes de éstos respondieron a las provocaciones y la trifulca se armó.

Para la movilización de las personas que, de cada partido, PAN y PRI, formaron bloques de choque, se requirió de tiempo y dinero, mucho dinero. Uniformarlos a todos, darles de comer, arengarlos al conflicto, transportarlos, darles herramientas y parafernalia política, tiene un costo alto para no haber recibido el dinero oficial para las campañas. Ciertamente los candidatos pueden recaudar fondos privados hasta cierta cantidad, pero ninguno de los dos (acaso ni uno de los nueve aspirantes) ha hecho pública, transparente la lista de donantes a las campañas. Ante esa opacidad y el evidente derroche de recursos, muchos se preguntaron si ese día no serían sus impuestos, los municipales y los estatales, los que estarían solventando el pago de los acarreados y los cientos, miles de accesorios de campaña para demostrar un músculo que de ciudadano no tiene nada.

El contraste lo dieron el resto de los partidos. A excepción del Verde, que también llevó sus banderolas y sus porros disfrazados de un color que están lejos de representar, los partidos pequeños no llevaron nada. Héctor Osuna Jaime, candidato del Partido de Baja California, apenas acompañado por un reducido equipo, cuando vio el tamaño de la manifestación priista y panista, y circunscribiendo la elección a ese momento, pensó que perdería la elección.

El Teniente Coronel Julián Leyzaola Pérez sólo tiene dinero para mandar a bordar camisas para él con el logo del PES, y su comitiva es tan corta como segura, pues incluye elementos de la seguridad que armados, lo cuidan las 24 horas del día. Gastón Luken Garza, el candidato independiente, echó mano del color morado para que sus seguidores vistieran una prenda en esa tonalidad, y a lo mucho unos botones con su inicial (que se ha tomado como logo de partido) colgado a la solapa.

El resto, nada, nada de nada.

Fue evidente la falta de preparación de los candidatos todos en el foro de CANACINTRA, pero también lo fue el derroche y vandalismo protagonizados por los abanderados del PRI y el PAN. Bien harían informando a la ciudadanía de dónde sacaron el dinero para pagar a los acarreados y toda la parafernalia electoral. Que publiquen nombres y montos donados a sus respectivas campañas. En tiempos de organización ciudadana, de transparencia, equidad y movimientos anticorrupción, lo conducente, lo prudente y lo honesto, sería hacer pública esa información, ¿no?

A ver quién es el primero que se atreve a transparentar los dineros invertidos en la desangelada campaña.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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