Se está calentando el mundo,
eso sí es preocupación,
peligra la población,
perecerá en un segundo.
El agua se está acabando,
no hay aire, no hay humedad,
hay sequía, hay resequedad,
la muerte sigue acechando.
Hay gases por dondequiera,
contaminando el ambiente,
el sol se muestra inclemente,
qué calor, qué sudadera.
No hay aves en la floresta,
no se escuchan ya sus notas,
que entonaban en sus copas
en aquellos días de fiesta.
La tierra hay que rescatarla,
está al borde del colapso,
hace fila en el cadalso,
la soga va a ajusticiarla.
Talamos su cabellera
de verde y fresco follaje,
hoy luce sin su ropaje,
desnuda hasta que se muera.
Han saqueado sus entrañas,
extrayendo sus riquezas
hombres de mentes perversas,
valiéndose de artimañas.
A golpes crecen los chichones,
es cruda, pero es la enseñanza,
yo no pierdo la esperanza
de que paguen los bribones.
Por mí que se queme el mundo,
que yo nada le he robado,
lo poco que yo he tomado
es a plazos, siempre es fiado.
Ese miedo no anda en burros,
pon tus barbas en remojo,
más seguro es aquel cojo
que un hablador en apuros.
Qué fácil es agarrar
terrenos, ríos y las presas,
para mí no son sorpresas,
son maneras de robar.
Es que ya viene llegando
la lumbre a los aparejos,
quemando a viejas y viejos,
qué caro lo están pagando.
Yo no entiendo por un lado,
ahí viene el niño llorando,
medio mundo se está ahogando,
pues su llanto ha derramado.
Por otro lado con lumbre
dicen quemarán cristianos
por haber sido profanos,
sociedad, qué podredumbre.
Cómo que es puro mitote
el global calentamiento,
mentiras, ni el casamiento
hace milagros con dote.
Calentamiento seguro
se da mucho en las escuelas,
pues jinetes sin espuelas
cabalgan sin mucho apuro.
Alberto Torres B.
Tijuana, B. C.