En esta América nuestra, y se sufren las presiones y amenazas, consecuencia de los enormes adeudos a los bancos; aquí no caerá ningún muro, en América Latina, solo existe el muro que encierra al hermano mayor, para separarlo del resto del continente; pero la economía mundial no tiene fronteras, en el espacio no existen y las de la tierra son frágiles, no detienen el tránsito a pie. Son preocupantes las amenazas de invasión territorial, por parte de la potencia más grande del mundo, de suerte se ha convertido en el policía del Banco Mundial, y ellos no son colonizadores, y América ya ha sido colonizada y separada de imperios europeos, que indirectamente son controlados por el capitalismo totalitario que mueve a las masas y las coloca en izquierdas y derechas políticamente. La economía mundial ya es dueña del mundo, hablando. Pero no quiere al trabajador en cautiverio, lo quiere esclavo, pero que libremente acepte serlo, y para tal fin le ofrece un tipo de gobierno formado con gente del pueblo, pero los partidos políticos que aceptan dichos bancos no postulan obreros, a ellos los engañan para que acepten a políticos serviles con deseos de poder; ellos son los verdaderos verdugos del sistema político que ofrecen para el pueblo los grandes consorcios. Una parte de América padece el mal que padecen nuestros hermanos cubanos, el de la esclavitud voluntaria; el pueblo es noble y acepta sobrevivir, que morir como murieron tantos durante la revolución que ganaron para que fueran entregados a un potencia extraña que no derramó una gota de sangre para obtenerla, y según libros y comentarios el pueblo quiere seguir trabajando para un gobierno ruso cubano, para sostener la guerrilla de Colombia y la que promueve en México desde hace años. No hay mal que por bien no venga, como dice un dicho, es aceptable abrigar la esperanza de que la caída del poder económico de los pueblos gobernados por la izquierda, incluyendo a México, sirva para el fin de las guerrillas y para poner fin a la esclavitud en nombre de la democracia y bajo la cortina negra de una democracia popular.</p> Vicente Martínez Méndez Tijuana, B. C.
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