Este año ya se despide a las doce de la noche, con fanfarrias y derroche sin que a nadie se le olvide. Ya se va el dos mil catorce con bastón por el camino, como un triste peregrino aunque nadie a él lo fuerce. El año viejo se marcha y nos deja en la añoranza, a pesar de la esperanza y la fría y blanca escarcha. Cosas buenas ha dejado en el corazón y el alma, ojalá llegue la calma que nos había olvidado. Ya se acerca el dos mil quince con pañales y tetero, su nacimiento en enero lo convierte en fiero lince. Al tañido de campana mientras alzamos las copas y con tu mirar me arropas recibimos la mañana. Que venga el año repleto de paz, amor y alegría y que el corazón sonría con el ánimo contento. Lourdes P. Cabral Tijuana, B.C.