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martes, abril 2, 2024
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Las Doñas

Por otra parte, y quiero recalcarlo, tanto Los Dones de Don Carlos Mora como Los Otros Dones, por lo general, vienen acompañados de una “Doña”, pues habrá que recordar aquel refrán que nos dice: “detrás de un gran hombre, hay una gran mujer”, aunque muchísimas veces “van adelantito” o hasta, según dicen otros, “sí están atrás…pero con una pica para los toros”. Estas infaltables Doñas, madres, abuelas, esposas y suegras, siempre presentes en nuestra matriarcal sociedad mexicana, vienen en todos tamaños, genios, sazón y gustos y le dan forma y color, pero sobre todo sabor, a nuestras familias, y sin ellas, me atrevo a asegurar, muchos de Los Dones no podrían sobrevivir, ya no digamos sobresalir. 4, 6, 8, 10… y no es una suma, son los chamacos que en promedio tenían nuestras Doñas en una época donde no había pañales desechables, agua por tubería, la conveniencia del gas doméstico, ya no se diga lavadora y secadora o frijoles preparados en bolsa para microondas (aunque haya algunas esposas que aún hoy se acercan a la cifra). La mayoría de ellas, al igual que los Otros Dones, no tuvieron las oportunidades y facilidades que tienen actualmente las mexicanas para prepararse académica o profesionalmente, pues era impensable sino que imposible, asistir a la escuela teniendo media docena de hijos que atender durante el día (y otro que llegaba por la noche): lavar, limpiar, pelar, cocer y coser, les consumía todo el día y, sin embargo… no se quejaban. Ah, y ayudaban en las tareas e iban a las juntas escolares y participaban saltando el costal y en cuanta kermés había que organizar. Muchas, muchas más, también trabajaban (y trabajan) a turno completo y aportaban al gasto del hogar o lo sostenían por completo; otras con los años encima y después de sacar a sus hijos, todavía se hicieron cargo de nietos, víctimas éstos de la infaltable violencia doméstica, para alimentarlos, educarlos pero sobre todo amarlos y darles un futuro promisorio. Estas son Las Doñas con porte y fuste que nos dejaros frases que aún hoy nos causan respeto, pero a la vez mucha gracia: “porque soy tu madre”, “te estoy mirando, ¡eh!” “¡cuidadito y se quejan de ti!”, ¡no se dejen manosear!, frases que no se olvidan jamás. Ellas estaban y están presentes en graduaciones, bodas, partos, cumpleaños, bailes, campamentos y… funerales. Eran y son las primeras en llegar a la cocina, en cualquiera de sus formas y hacerse cargo del lugar como reinas de su casa y aplicar sus profundos conocimientos del arte culinario en porciones y sazones con una memoria digna de un Premio Nacional. De memoria también las fechas importantes de cada hijo, nieto y bisnieto para una llamada o tremenda comilona. Son las que nadaban sin miedo en el río Alamar o vadeaban el arroyo de mesa redonda. Que pegaban un salto por la rana que les llevaba el nieto, pero que le arrancaban la cabeza al pollo o metían la langosta viva al agua hirviente. Ellas también tienen sus propios y muy grandes logros: los alimentaron y vieron crecer a diario, les bajaron la fiebre o los arroparon en los fríos inviernos de Tijuana, los vieron deslizarse en un cartón por las muchas laderas de nuestra ciudad y les pusieron un vendaje en la rodilla para contener “una hemorragia”; vieron llegar y salir sus logros de las Álvaros, Cuauhtémocs, Polis, Etics, Lázaros, Tec’s y UABC’s y antes de darse cuenta, sus logros también tenían hijos que hicieron crecer la familia. Muchísimas de esta Doñas, hechas en la Universidad de la Vida, han procreado y criado a los doctores, arquitectos, ingenieros, contadores, licenciados, administradores, dentistas, artistas, periodistas y a muchos, muchos, egresados también de la U. de la V., que siguen haciendo crecer y dando a esta dinámica Ciudad de todos, sus alturas, colores y sabores. Aquellas que se fueron antes que nosotros, nos dejaron esposa, esposo, hermanos y hermanas, hijos e hijas, primos, sobrinos y nietos. Nos debe servir de ejemplo el amor y dedicación que nos demostraron, para que siempre se quede en nuestros corazones, pues ellas siempre estarán ahí. Nuestras Doñas no usaban agenda y menos teléfono celular, se dedicaron solamente a vivir, a hacer felices a esposo, hijos y nietos y no les quedó tiempo para otra cosa. Para que un Don tenga sus logros, ocupará la compañía de su Doña con sus dones. Gracias, gracias por todo y todos a Doña Teresa Peralta S. (f) y Doña Ernestina Navarro M. (f). Las extrañamos.   Jesús Vega Peralta Tijuana B.C. Correo: vegacomm1@prodigy.net.mx


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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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